martedì 23 ottobre 2007

Matsyendra aprende yoga



Antes que el universo fuera creado de nuevo, todo lo que existìa era el vacìo, y la nada contenìa el vacìo, puesto que nada es lo que existìa.

Antes que el universo naciera de nuevo, Shiva destruyò el universo. Y, como infinitas veces habìa ocurrido y ocurrirà, de su ombligo naciò un hilo blanco del que surgiò una flor de loto del que volviò a nacer Brahma.

Fue entonces cuando de nuevo Brahma abriò los ojos para crear otra vez el universo, y fue entonces cuando el vacìo explotò de nuevo y descargò toda su energìa en mil millones de estrellas, y fue asì que se crearon el sol y la tierra y las lunas y los planetas. Y de ellos surgieron las rocas y las montagnas y los rìos los océanos. Y asì apareciò el viento y las nubes y las tormentas y las lluvias. Y de todo ello nacieron las plantas y las bacterias y los animales y el hombre y los dioses y todos los seres del universo.




Y entonces Brahma cerrò los ojos y decidiò dormir hasta la pròxima vez.

Pero entonces, justo en ese momento, cuando aùn no habìa terminado de empezar a dormir, se dio cuenta de algo. Se dio cuenta de que las rocas y los soles y la energìa no podìan ver la creaciòn, puesto que carecìan de ojos y oìdos y manos para verla y oirla y tocarla. Y se dio cuenta de que las plantas y los animales y muchos otros seres podìan sentir el universo, pero jamàs podrìan comprenderlo porque no poseìan una gran mente. Y se dio cuenta de que habìa otros seres que son los dioses que sì podìan verlo y oìrlo y tocarlo, y poseìan capacidad de raciocinio que les permitirìa entenderlo, pero les faltaba "algo", capacidad de asombro, necesidad de sufrimiento, ganas de no morir -pues son eternos-, por lo que no tendrìan ganas ni necesidad de ver màs allà de las cosas que les ofrece su sentido y su raciocinio, por lo que jamàs podrìan comprender lo que es real y lo que no lo es. Y se dio cuenta de que todos los seres estarìan envueltos en el velo de maya y vivirìan sin darse cuenta de la realidad.


Y entonces se preguntò, "?habrà algùn ser capaz de desdevelar el la cortina de maya"?habrà algùn ser que sea capaz de ver el vacìo que en que està el universo?" Y el instante que va entre cerrar un pàrpado y sentir que se ha cerrado se dio cuenta de que sì lo hay, y se dio cuenta de que era el ser humano. Y se dio cuenta de que el hombre y la mujer serìan dioses y animales a la vez, y serìan por ello capaces de sentir alegrìa y sufrimiento, y tendrìan la capacidad de sentir las cosas y de entenderlas, y tendrìan la inteligencia y la capacidad de poder cambiar lo que les rodea e incluso a sì mismos, y poseerìan la voluntad que es el poder de cambiarlo todo a voluntad. Y, sobre todo, tendrìan consciencia. Por ello, pensò, "estos seràn los ùnicos seres capaces de lo que hay detràs de la cortina de maya".


Dicen que Shiva, luego de dejar paso a Vishnu en la creaciòn, se retirò a esperar el momento de su regreso con su esposa Parvati. Eligiò el planeta tierra, que entonces comenzaba a bullir de vida, porque le pareciò un lugar acogedor donde no hacìa ni el calor de una estrella ni se sentìa el frìo que se siente cuando se està muy lejos de ella. Y, ademàs, allì podrìa observar còmo los seres recién creados se desarrollaban. Se establecieron dentro de un bosque, en las orillas de un lago, en una zona muy nueva, rodeados de montagnas. Llovìa casi todos los dìas, lo que hacìa que la hierva creciera muy verde y los àrboles estuvieran llenos de frutas de colores. Todos los dìas se acercaba al lago a contemplar aquella vida. Lo que màs le gustaba ver eran los animales. Veìa los pàjaros rojos y azules buscar entre las frutas las mejores, veìa los peces de color naranja nadar en el fondo del lago picoteando algas, veìa a los reptiles deslizarse entre las rocas buscando insectos, veìa los conejos blancos y los ratones roendo entre la hierva, y veìa los animales màs grandes, tigres, osos y jaguares, intentando comerse a todos los demàs. Le divertìa ese juego de vida y muerte que veìa repetir como un cìrculo infinito. Pero a su esposa Parvati no le parecìa divertido:

- ?Còmo puedes sonreìr ante tanto sufrimiento? -le decìa-. ?No te das cuenta del dolor que hay detràs que eso que para ti es sòlo un juego?
- !Pero Parvati! ?Qué me dices?
- !Pero es que no te das cuenta! Desde aquì siento còmo los àrboles gritan cuando las aves picotean sus frutas o rompen sus ramas para construir un nido. !Y mira esos pobres animales! ?No te da pena el dolor que sienten cuando aquellos màs grandes los engullen y los mastican? ?Es ese el mundo que habéis creado?
- !Pero qué dices! -decìa, sonriente-. El juego de la vida es ése, lo sabes, lo has visto millones de veces, ?por qué ahora te aflige?
- No lo sé, Shiva -dijo, llevàndose las manos a la cara- no lo sé, pero no soporto todo este sufrimiento. La muerte, la vejez, la enfermedad... esta vez creo que habéis construido un universo tenebroso. No me gusta, quiero salir de aquì.
- Pero no podemos salir de aquì, amor mìo. Es éste nuestro sitio, lo sabes, y no podemos dejarlo hasta que no nos llegue el momento.
- Pues entonces sufriré hasta que llegue ese momento.

Entonces Shiva se sintiò triste por primera en su existencia. Se sintiò tan triste por el dolor de su esposa que se alejò a pensar. ?Qué podìa hacer él para alejar la pena de Parvati? Pensò en engagnarla, en crear un truco, en esconder lo que veìa, pero pensò que entonces el dìa en que descubriera el truco serìa mucho peor. "Quizà haya un modo de hacerle abrir los ojos", pensò, "quizà simplemente no es capaz de ver la realidad". Y entonces, pensando y paseando, fue cuando -me dicen- decidiò inventar yoga.

- Mira, Parvati. Veo que has visto el dolor, la muerte y la enfermedad, pero no has llegado a entenderla de verdad. Pensaba que tù serìas libre de todo ello, que verìas la realidad asì como es en realidad, pero ya veo que me he equivocado: tu mente no es libre, no es infinita. No eres capaz de ver màs allà de ella. Lo sé que te parece doloroso, pero eso que tù llamas dolor es sòlo una ilusiòn. No es real. Y, como no quiero que sufras, ven conmigo. Te voy a ensegnar una forma de abrir los ojos por primera vez en tu vida.

Y fue asì còmo Shiva se metiò en la cueva con Parvati, y dìa tras dìa le ensegnò yoga. Todas las magnanas, al levantarse el sol, Shiva ensegnaba a Parvati. Lo hacìa dentro de la cueva, para que nadie pudiera verlos, pero, sin darse cuenta, iban a ser observados. Un ser, un pequegno pez, se dio cuenta de lo que hacìa y comenzò a mirarles sin que lo supieran. El pez se asombrò de todo: de los movimientos extragnos que realizaban, de las intensas respiraciones, de los cànticos y de los sonidos, y, sobre todo, se asombraba de la cantidad de tiempo que permanecìan quietos, a veces durante varias horas, observando un pequegno punto en una pared de la cueva. El pez se sintiò curioso, tanto, que comenzò a imitar todas aquellas cosas. Imitò sus posiciones, sus estiramientos, sus retenciones de respiraciòn, sus largas horas de silencio. Y entonces ocurriò algo increìble: su cuerpo comenzò a cambiar. Le salieron pequegnos bultos que luego se convirtieron en brazos y piernas, la cabeza se hizo màs grande y màs distinta, y su mente comenzò a entender de otra forma, hasta que un dìa fue capaz de ser consciente de sus pensamientos. Sus labios se hicieron grandes y carnosos, y su boca se podìa mover de mil formas, y de su garganta comenzaron a salir sonidos y aprendiò a cantar y a recitar el om, y a mover los labios y a poder hablar. Sus branquias se deshicieron en pulmones, y pudo por primera vez respirar el aire que està màs allà del agua, que es el cielo de los peces. Poco a poco aprendiò a controlar su cuerpo y pudo salir a la tierra y caminar por ella. Aprendiò a observar las plantas y a entender cuàl es buena y cuàl no lo es en determinadas situaciones, y conociò còmo el sol y la luna cambian su posiciòn, y aprendiò a manejar cosas con sus manos y a construir utensilios con ellas.
Y, un buen dìa, se sentò en padmasana y, tras un buen rato y sin saber por qué, sonriò, sonriò, sonriò y riò, y entendiò por qué estaba allì sentado y por qué hasta entonces no lo habìa entendido. Y fue entonces cuando vio el vacìo que se esconde detràs de todo el universo, y fue luego que se olvidò de todo.

Dicen que fue entonces que el pez hombre se alejò del lago. Habìa aprendido muchas cosas observando aquella cueva, habìa aprendido y habìa cambiado, y luego habìa olvidado todo porque ya no le hacìa falta recordarlo. Supo que muchos no le entenderìan, pero decidiò compartirlo todo con otros seres humanos. Supo que muchos le ignorarìan, o le tomarìan por loco, pero no le importò porque entendiò que cada uno sigue un camino distinto y que todos, al final, conducen al mismo sitio. Se decidiò a buscar mujeres y hombres que quisieran seguir el camino que habìa visto en aquella cueva y se decidiò a ensegnarlo. Y se puso el nombre de Matsyendra, que en el lenguaje de entonces significa algo asì como el hombre pez.

Y luego llegò a una aldea y ensegnò, y luego a una ciudad volviò a ensegnar. Y recorriò el mundo mostrando todo aquello que llamaron yoga y fue asì còmo muchas mujeres y muchos hombres lo aprendieron, y fue asì còmo otros no lo aprendieron y siguieron otros caminos distintos. Y luego se lo comiò el tiempo y se terminò.

Y luego Brahma se despertò otra vez.

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