mercoledì 10 ottobre 2007

Jorge Vilma Federico Jéguel

Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Federico para los amigos, fue un eminente escritor y astrofìsico japonés que viviò hacia el año 1300 d.C., época dorada del feudalismo japonés. Dicen que Hegel era un tipo simpático, que gustaba de las fiestas y de las mujeres, que apenas llegabas a su casa se deshacía en elogios hacia tu familia incluidos tus caballos y te agasajaba con vino y dulces y te tocaba el acordeón hasta que tus pies echaban humo de tanto bailar su polka (sólo se sanbía una).

También se dice que para la ciencia era obtuso y obcecado, que no paraba hasta no encontrar lo que estaba buscando, ya fuera la ley fìsica que regìa el comportamiento de esta o aquella estrella o la palabra perfecta que diera el sentido definitivo a su poema.

El caso es que Georg Wilhelm Federico Hegel, más conocido simplemente como Federico, ya en el lecho de muerte, se empeñó con ganas y ahínco a la que serìa la gran obra de su vida. Sus escritos poéticos fueron todos destruidos debido a su pírrico valor literario, apreciados sólo en ciertos ámbitos de la psiquiatría por su uso como somníferos, y en el toreo por dar a los cabestros inusitada bravura y mala láctea substancia (fue él quien ayudó a Mihura) y sus explicaciones sobre cómo los planetas siguen fielmente los ritmos de la polka no levantaron mucho entusiasmo que digamos en los círculos científicos de la época.

Georg Wilhelm Federico Hegel, o Federico, como solìa llamar a sus amantes, quiso llevar su afàn cientìfico a lo que él denominò, quizà en un momento de evidente estado de ansiedad nerviosa, quizà producida por algùn efluvio alcohòlico, "La Gran Muralla", que es como se refiriò en su ùltima y, esta vez sì, apreciada obra, "El Nido del Cuco o Còmo Llevar la Ciencia a La Gran Muralla", nada màs y nada menos que a la Historia (entiéndase de aquí que Federico llamaba a la historia, vaya usté a saber por qué, "La Gran Muralla").

Y es que Geor(...) Hegel, Federico, habìa descubierto una cosa que nadie hasta el momento podìa imaginarse. Habìa descubierto que la historia, el devenir de los sucesos de los hombres, no es una cosa casual, no es fruto del azar, no es obra de un puñado de hombres líderes o reyes ni fruto de guerras ni cataclismos ni nada por el estilo: la historia, segùn Hegel, se comporta de manera científica, sigue una ley.

Y no sólo eso, sino que descubrió la susodicha ley.

Hegel, en su célebre obra "Polkas y desacordes: del cómo el ritmo infernal de mi polka influye en el movimiento astral o de por qué los niños quieran manzanas cuando les ofrezco peras", descubrió, posiblemente debido a su admitida pederastia, que si quieres atraer a un niño tienes que darle justamente lo contrario de lo que le ofreces. Hegel se dio cuenta de que cuando ofrecía manzanas a los niños, éstos querían peras, y que cuando les ofrecía peras éstos querían manzanas. Es lo que llamó "la psicógmosis inversa del pensamiento infantil", que luego extendió no sólo a los niños pequeños sino a todos los seres del reino humano (incluidas señoras). Hegel se dio cuenta de que, cuando existe algo, lo que denominó TESIS, al cabo del tiempo surge otro algo, que denominó ANTÍTESIS. Si tú eres rojo hasta los tuétanos, es muy probable que tu hijo, por oposición, te salga facha. Si a ti te gusta el bakalao y le das a la farla, muy posiblemente tu descendencia directa quiera ser jipi y vivir con la maría. Si en tus tiempos la moda es ser independentista, luego tarde o temprano surgirá el centralismo nacionalista.

En realidad Hegel decía más cosas. Decía que la historia evolucinaba cuando, a través de la posición-oposición, ambas se funden en como huevo con harina para formar bizcocho. Tesis-Antítesis... SÍNTESIS. La síntesis es el "acuerdo de los opuestos". Y a esta ley de la historia la llamó la DIALÉCTICA.

Bien. Digo esto porque cuando Franco hizo su Cruzada, y convirtió la España republicana (con todo su ardor democrático -ardor en muchos sentidos-) en Una Grande Libre (una quizá sí, porque lo que es grande, no sé yo, y lo de libre...) quiso homogeneizarlo todo y convertirlo en eso, en "Una". Cuando conviertes una cosa variada en una sola, y lo haces con el método del golpe y porrazo, pues ya se sabe lo que pasa: que llega la dialéctica. "¡¡Que viene la dialéctiaaaaa!!" dijo Rousseau a Bonaparte cuando lo de María Antonienta. Bien. Pues eso, que tarde o temprano los que tuvieron que estar escondidos o con la cabeza enterrada pues antes o después saldrán del armario, y cuando salgan... madre mía la que se arma cuando salgan... pues todo lo que tuvieron que esconder lo sacarán a la luz y a que les dé el aire.

Pero claro, ¡es que no se enteran! Los que salen del armario tienen dos opciones. O se leen el libro de Hegel sobre "El nido del cuco (...) la Gran Muralla", y aprenden que el devenir de las cosas es tesis + antítesis = síntesis, y todos en paz y a otra cosa, y a comer perdices y a vivir felices, o les pasa lo mismo que les pasó a ellos pero al revés: que si exageran demasiado pues habrá otros que querrán salir del armario, y cuando salgan... ¡¡madre mía cuando salgan!! Por eso que no nos extrañe que la Rosa y el Rivera, y Savater, y Boadella, y todo lo que conlleva (pareado a 3 versos) hayan surgido precisamente de donde en su día por hablar en tu lengua te cortaban la cabeza (no al pie de la letra), que luego cuando salieron del armario intentaron lo contrario, y ahora, pues eso, que ahora pasa de nuevo lo contrario. Y así seguirán -o seguiremos- hasta que no nos enteremos que la solución a los problemas está en la síntesis.

Y es que no nos enteramos, o no queremos saberlo, de que las cosas son así: cuando uno te da fabada, tú lo que quieres es lentejas. Marx, no los hermanos sino el de las barbas, el rojete, decía que la historia se acabaría cuando el capital y el proletario fueran de la mano (no en vano Karl Marx era discípulo de izquierdas de Hegel). Hegel, por su parte, decía que la historia terminaba justo allí, en su momento, que la sociedad germano-prúsica en la que vivía era la sociedad final, el devenir de la tesis-antítesis. Aquí, desde este jardín con afán de impermanente, defendemos justo lo contrario: que hasta que tu hijo quiera un coche cuando tú vas en moto, cuando tu nieto vuelva a querer moto porque su padre va en coche, pues la impermanencia ganará a Marx y a Hegel, y a la derecha y la izquierda, y el mundo seguirá girando y todo, todo, todo, cambiará imperturbablemente. Y a vivir, que son 2 días, y uno y medio ya ha pasado.

3 commenti:

japogo ha detto...

Ja! Buenísimo lo del Sr. Jéguel. Cómo se te va la olla!
Lo de la síntesis...estaría bien ponerla en práctica.

Viajando en el océano del tiempo ha detto...

Oye ?cuàl era tu blog, que lo he perdido?

japogo ha detto...

Pincha sobre mi nick en el propio comentario y te guía al mío, bacalao!