venerdì 9 dicembre 2011

Mis soluciones a la crisis

Ayer escribí un artículo diciendo por qué Islandia no nos puede servir como ejemplo para salir de la crisis. Me sentí mal. Tanto decir "por qué no" es demasiado negativo. Así que, positivo, y propositivo, propongo mis soluciones a la crisis. A aquellos que intentan encapsularme en un compartimento, o en otro, creo que les va a sorprender. Y aviso: tengo propuestas revolucionarias, sangrantemente polémicas. ¿Acaso esperabais menos?

1. Cambiar la ley electoral.
No se puede seguir con una ley tan desproporcionada que cambia el sentido del voto por proporcionalidades territoriales y equilibrios partidistas. Por eso, medidas como subir de 350 a 400 diputados, cambiar el sistema de elección con listas abiertas y con mayor representación de las listas más votadas, introducir el diputado 401 para que el portavoz de toda iniciativa popular que consiga más de 50.000 firmas pueda deefenderla en el parlamento. Y otras en este sentido.

2. Reventar el senado.
Literalmente. ¿Para qué sirve el senado? Para nada. Sólo sirve para generar gastos. Por eso, o se reforma y sirve para alguna cosa, o hacemos que dé beneficios. ¿Cómo? Convirtiéndolo en una gran falla. Un espectáculo de fuego, petardos, luces y algarabía. Se destruye, se revienta, se hace una fiesta, se baila alrededor de sus restos como en las noches paganas y además se retransmite a medio mundo por pay per view. Al menos se le gana algo.

3. Educación para la economía.
¿Qué es la educación? Preparar a niños y jóvenes para que entiendan el mundo en el que viven y puedan moverse por él. Pues si esto es así, en un mundo cada vez más dominado por los bancos, por las bolsas, por los mercados, es ABSOLUTAMENTE NECESARIO que todas y ada una de las personas CONOZCAN un mínimo de ECONOMÍA BÁSICA. Qué es una hipoteca, qué es el TAE, cómo se invierte en la bolsa, para qué sirven los impuestos. Etc., etc, etc. Desde que el niño sabe multiplicar y sumar, que estudie economía. No puedo entender cómo aún no se enseña en las escuelas.

4. Restringir el derecho al voto.
¿Qué demonios es ésto de que todos podamos votar? ¿Estamos locos o qué? ¿Es que la opinión de una persona informada, con conocimiento de lo que le rodea, de qué son las instituciones y para qué sirven, puede valer lo mismo de una a la que no le interesa, no lo entiende o no lo conoce? Sé que suena muy mal, pero me da igual. A partir de ahora, quien quiera votar que se lo merezca. A estudiar, a hacer un examen y, si lo apruebas, te dan tu "carnet de votante", renovable cada, no sé, 10 años. Si no sabes qué es el parlamento, qué es la Unión Europea, para qué sirve el banco central y un par de cosas más, todas muy básicas, ¿eh? nada de complicaciones, un mínimo mínimo, si no las sabes, no votas. Así de claro.

5. Restringir el acceso a los cargos públicos.
Cualquiera no puede ser presidente. Ni ministro. Ni secretario de estado. Ni director de un departamento. Al igual que el derecho al voto, quien quiera ostentar una carga pública, que demuestre que está capacitado. Que tenga un curriculum suficiente en gestión de alguna cosa, que se estudie las cosas necesarias, que haga un examen y, si lo aprueba, sólo entonces, podrá ser elegido por su partido. Sí, ya sé que es utópico. Pero no todo el mundo puede o merece dirigir una institución pública. ¡Ni mucho menos!

6. Abolir la libertad de horarios comerciales.
¿Que por qué? Por dos razones.
La primera: con la (casi) libertad absoluta que hay ahora, los pequeños comerciantes no pueden competir con los grandes. Un comercio familiar no puede abrir los domingos, ni los festivos, ni los sábados hasta por la noche. Por eso, igualdad para todos. Los comercios abren de martes a sábados por la mañana. Así, la gente que trabaja durante la semana tiene días para comprar. Sábado tarde, domingos y lunes, cerrados todos. Y las fiestas, por supuesto, también.
La segunda: si los comercios cierran las fiestas, se consume menos. Sí, claro, la economía se resiente. Pero se ahorra más. Y hay menos etrés. El estrés de comprar se reduce. ¿Os imagináis lo bonito que es poder pasear por el centro de una ciudad cualquiera y tener la tranquilidad absoluta de NO PODER COMPRAR NADA? Aaaaaahhhh, ¡qué maravilla!

Esta medida se complementa con:

7. Restringir la televisión.
¿Para qué sirve poner la tele a las 7 de la mañana? Para nada. Ah, claro, para una cosa: para meternos estrés. La mente, recién levantada, necesita paz y sosiego para despertar y aclarar sus ideas. Por eso, que las retransmisiones empiecen más tarde. ¿Y por la noche? Lo mismo. A partir de la media noche, fuera tele. Si tienes insomnio, te coges un libro y ya verás lo rápido que te duermes. Más: imponer un mínimo de películas a la semana y un máximo de programación rosa. Y quitar unos cuantos canales, que tanto donde elegir confunde.
¿Que por qué? Porque la tele en exceso atonta, aturde, te vuelve estúpido y te estresa. La tele con cierta mesura está muy bien porque relaja, porque ofrece un entretenimiento fácilmente asimilable. También, por supuesto, porque informa. Pero cuando es demasiada no es buena.

Ambas medidas, 6 y 7, tienen un efecto conjunto. Restringir el comercio y la tele van a conseguir una csa: la gente se aburrirá más. Por lo tanto, harán otras cosas: visitar a la familia, irse al campo, leerse libros, jugar al fútbol, ir los teatros, ponerse a estudiar alguna cosa. Hacer cosas que hemos olvidado, cosas más creativas, más recreativamente activas.
¿Que por qué ayudará esto a la crisis? Porque estaremos más calmos, más serenos. Veremos las cosas de otra forma, seremos más creartivos, más activos, menos agoreros. La crisis necesita personas que tengan las ideas claras y que la mente más calmada, y que tengan más capacidad proactiva para hacer cosas. Por eso.

8. Libertad de elección del colegio.
Que los colegios despierten. Que sea activos, que propongan cosas. Que ofrezcan una formación distinta. Que los padres puedan elegir el colegio más adecuado para sus hijos. Que los mejores se llenen, y por tanto reciban más recursos, y que los peores se curren el cómo hacerse mejores. Que si un alumno destaca no se vea avocado a la mediocridad de su clase, y que si a otro le cuesta se le dé mucho más apoyo, porque seguro que tiene recursos no sólo para salir adelante sino para demostrar que puede ser mejor en otra cosa. Que el colegio tenga libertad para crear nuevas formas de enseñar y de educar. La educación está en crisis y necesitamos experimentar, sin corsés ni dogmas estúpidos que se han demostrado que no funcionan.


Ea, ya podéis criticarme. Sí, sé que suena a imposible, que es toda una utopía. Que ningún gobierno hará esto. Pero todo esto sí es posible, y, además, creo que es necesario. Hay que salir de la estupidez dominante, de la mediocridad cotinua, de la confusión generalizada. Es la forma de salir de la crisis. De la económica y de muchas más. ¿Que no es posible? Esperad y veréis.

Por qué Islandia no es un ejemplo

Sé que es muy bonito el ejemplo que ha dado Islandia. Un país asfixiado por la deuda, rozando la bancarrota, parece haberse reflotado gracias a una especie de revolución popular que lo ha cambiado por completo. Los bancos, al contrario que en España, mejor dicho, que en toda Europa, incluso más, que en todo Occidente, se han dejado quebrar tranquilamente. Los políticos y los banqueros que han causado ese desastre han acabado en la cárcel. El pueblo se ha manifestado y ha cortado todos los intentos de aplicar medidas neoliberales. Y, en estos momentos, ese pueblo, el pueblo mismo, está escribiendo una constitución nueva que recoja todo lo que han aprendido de la crisis que están sufriendo.

Sin embargo, permitidme que me explique: Islandia no puede ser un ejemplo. Al menos, para los españoles, para los griegos, para italianos, portugueses, irlandeses... en fin, para la Unión Europea. La cuestión es que no podemos quedarnos sólo con lo que nos parece bonito. La moneda siempre tiene al menos dos caras, normalmente muchas más. Sí, la revolución del pueblo, pero ¿y si vemos las cosas con más detalle?

Para empezar, Islandia tiene una moneda propia. Este detalle es muy importante, porque han podido devaluarla. Primer antiejemplo: España no tiene una moneda propia, tiene otra, que es el euro, y que no puede devaluar. Por lo tanto el ejemplo de Islandia no nos sirve como solución a nuestra crisis.

Pero es peor, porque la corona ha perdido nada menos que un 50% de su valor respecto al euro. Esto es muy malo. Es tremendamente malo. Es como decir que los islandeses tienen que pagar el doble cualquier cosa que venga de fuera, y como ellos no tienen nada, puesto que tienen muy pocos recursos (naturales, se entiende) casi cualquier producto, incluso de necesidad básica, que no produzcan ellos mismos, les cuesta ahora mucho más. Es la medida más antisocial que se pueda deplegar, porque afecta a todas las personas, pero, sobre todo, a las menos pudientes. Claro que Islandia ha sido siempre una sociedad muy pudiente, de forma que, me imagino, esta medida les afecta menos. Segundo antiejemplo: Si en España tuviéramos que pagar el doble por cualquier tipo de producto de fuera, incluida la energía, las medicinas, la tecnolocía... a ver cómo salíamos de ésta. En Islandia, al menos, la energía les sale barata, porque de eso sí tienen mucho.

Más cosas. Se dice que Islandia dejó que sus bancos quebraran. Esto no es cierto: la verdad es que no podían rescatarlos porque la crisis era tan gorda, y el gobierno tan pequeño, que, sencillamente, no podían, no tenían dinero para ayudarles. Los bancos cayeron porque no les quedaba otra. Si el gobierno hubiera podido, querría ver yo cómo se habrían comportado. Tercer antiejemplo: los bancos españoles están, en general, muy bien, comparados con los islandeses, e, incluso, con los de otros países. En España sí había dinero para ayudar a los bancos. Por eso se les ayudó. En otros países, como EEUU, también algunos bancos cayeron. El ejemplo a todos nos suena: Lehman Brothers.

Pero no es sólo eso. Se dice que la crisis de Islandia les ha hecho retroceder 10 años en cuestiones de calidad de vida y de expectativas económicas. Esto, en ese país, donde la renta per cápita era (y es) tremenda, donde los niveles de vida no se pueden comparar a los nuestros, puede ser un tropiezo importante. Pero si nos comparamos a ellos, perder 10 años en España es como volver al principio de los 90 (me salto los dorados 2000 porque ahí no paramos de crecer; volver al 2002 sería mucho mejor de lo que estamos ahora), donde la ilusión en la vida del españolito medio era tener un pisito, librarse por fin del dos caballos, comprarse un móvil-ladrillo y, con suerte, irse con Curro al caribe. Cuarto antiejemplo: no creo que la sociedad española estaría dispuesta a volver a aquello. Si nos dieran a elegir, seguro que la mayoría preferiría que rescataran los bancos. Que, nos guste o no, con lo que nos dan y lo que nos quitan, al final son los que sostienen toda nuestra calidad de vida.

¿Qué significa la crisis de Islandia en términos de desempleo? 10%. En España, el desempleo medio en los buenos tiempos rozaba precisamente esta cifra. En Islandia, pocas veces han visto una desocupación más grande del 2,5%, y sólo en algunas zonas. Tomando estos datos como ejemplos (es sólo por hacer unos cálculos, malos, aproximativos, pero, creo, muy indicativos), esto quiere decir que, más o menos, el paro en Islandia ha aumentado cuatro veces por culpa de la dichosa crisis. Quinto antiejemplo: si tomamos estas cifras, en España tendríamos un paro del 40%. Casi la mitad de la población activa. Esto sería absolutamente inasumible. España se iría del euro, de la Unión Europea y, probablemente, del mapa.

Y llegamos a lo más importante: la revolución del pueblo. El gran ejemplo que se pone como solución a la crisis. En Islandia la gente estalló, bloqueó, primero en la calle, luego con sus referendums, las decisiones más neoliberales que proponía el gobierno. Los jueces metieron en la cárcel a políticos y banqueros. Y en estos momentos se forma una asamblea popular que escribirá una constitución salida de la base social, no de la clase política. Sexto antiejemplo: ¿alguien se imagina a los jueces, y más aún, a los fiscales, llevando a juicio y a la cárcel a los políticos que les han puesto en ese sitio? Creo que nadie, ¿verdad? Por no hablar que, me parece, en España el delito de "Omisión del deber" que se practicó en Islandia, no sé yo si está penado. Vamos, no lo sé, pero me parece que no. Pero, más todavía: Islandia son 300.000 personas. 300.001, con Björk. Un pueblo muy, muy formado, con altas cotas de participación ciudadana, con responsabilidad, civismo. Y, además, son muy pocos. Último antiejemplo: ¿Alguien se imagina, en España, a la ciudadanía saliendo en masa, y no me refiero a cientos de miles, ni a un par de millones, sino a sólo, por decir algo, un tercio de la gente saliendo a la calle, debatiendo en serio, redactando una constitución? ¡Si hasta en los bares del pueblo no se pone de acuerdo nadie! Pero es que, de verdad, es que son muy pocos. Es que son realmente muy pocos. ¡Y son cívicos! Así es más fácil.

En resumen: que está muy bien lo de Islandia. De verdad, es muy loable. Ojalá aquí hiciéramos lo mismo. Pero no, no es comparable. Para nada. ¡Ojalá!