lunedì 21 gennaio 2008

Quizà ocurrirà en otro lugar. En otro planeta, en otra dimensiòn, o quizà en el futuro o en el pasado.

Dice Osho que la enfermedad del ser humano es su misma grandeza. El ser humano nunca està contento. Por eso busca, y busca, y busca y busca y nunca se para. Esa enfermedad le hace crear catedrales, le hace viajar, le hace escribir y desafiar sus lìmites. Y esa misma enfermedad le hace sufrir, le hace estar continuamente insatisfecho, aunque lo tenga todo, o aunque no lo tenga todo pero no le haga falta nada màs de lo que tiene.

Quizà haya ya ocurrido, sòlo que no sabemos aùn dònde, ni cuàndo.

Hace casi 60 años que unos señores muy libres se sentaron a crear una declaraciòn. Se la llamò la declaraciòn universal de los derechos humanos. Es curioso: la declaraciòn tiene 30 artìculos. Ni 12, ni 28, ni 31. 30. Es un nùmero redondo. ?Por qué al ser humano le gustan tanto los nùmeros redondos? 10, 15, 20, 25, 30. Nunca 16, 34, 28, 4. Porque un decàlogo tiene que tener 10 frases, que si no queda feo, ?no?

Mucha gente piensa que fue un dìa grande. Y quizà lo fuera, !no lo niego! Pero qué ironìa: los que escribieron esa carta eran personas libres. Personas que eran tratadas con justicia, que no iban a ser torturadas, ni sentenciadas en un juicio injusto, cuya voz se podìa oìr y escuchar y cuyo voto tenìa sentido. Los maltratados, los pobres, los desterrados, esos no escribieron esa declaraciòn.

Pero, sobre todo, ese dìa se sentò un precedente: todo el mundo tiene DERECHOS. YO tengo derecho a ser escuchado, YO tengo derecho a votar, YO tengo derecho a una casa, YO tengo derecho a un juicio justo. Ese dìa fue el triunfo de la sociedad occidental: del individualismo. Ese dìa se escribiò que todo el mundo tiene derecho a ser lo que su mente le dicte.

Y todo esto està muy bien, pero si somos 6.000.000.000 personas, o màs, y hay 30 derechos, esto quiere decir que son 180.000.000.000 derechos. Tantos que no caben en un planeta, porque los derechos de uno se pisan con los de los otros 5.999.999.999.

Porque el problema es que los derechos no existen. Se nos puede llenar la boca reclamando derechos, pero son un invento, una farsa, una mentira. La verdad es que el derecho es mentira.

Lo que existe es el DEBER. El deber de respetar a los demàs. El deber de no encarcelar sin juicio imparcial. El deber de educar a tus hijos. El deber de no ejercer tortura. El deber de no someter a esclavitud. El deber de no matar.

Quizà ya haya ocurrido, en algùn lugar, en algùn espacio-tiempo, en el pasado o en el futuro, pero el dìa que sobre la tierra se firme una declaraciòn universal de los deberes humanos, ese dìa se sentarà un precedente distinto: se dirà que el individuo no existe como tal, separado de los demàs. Se dirà que antes de reclamar derechos hay que reclamar deberes. Se dirà que la obligaciòn de cada persona es, primero, comportarse como es debido, y luego, quizà tendrà la dignidad suficiente como para reclamar un derecho. Quizà el mundo no cambie ese dìa, pero se sentarà un precedente: ya no serà YO quiero, sino YO doy, YO respeto, YO ayudo, y de esa forma YO se harà cada vez màs pequeño hasta casi desaparecer.

Quizà, sin embargo, todo esto no ocurra nunca y la humanidad no tenga remedio. O quizà ya ha ocurrido, pero no nos hemos dado cuenta.

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