venerdì 27 agosto 2010

La observación

Atrapados en la vorágine de pensamientos, de ideas y de juicios que surgen cotidianamente del interior de nuestra mente, no nos damos cuenta de que nosotros podemos influir, modificar y hasta cambiar completamente todo aquello que pensamos. La mente y sus vaivenes suele ser libre de pensar lo que le parezca, creando mundos de pensamientos, fantásticos e irreales en muchos casos, distorsionando la realidad en muchos otros. Pero existe una forma consciente de alterar ese caos ordinario y convertirlo en algo distinto: el poder de la observación.

Observar atentamente una cosa, un objeto, un pensamiento, una imagen, un sonido, hace que se detenga el flujo de pensamientos. Cuando observamos completamente y de forma perfectamente consciente, la mente, de pronto, deja de pensar. Esto no es retórica filosófica, esto es un hecho científico, en el sentido que cualquier persona puede comprobarlo consigo mismo en cualquier momento. Para ello basta observar.

Lo que ocurre es que esa pausa mental es solamente momentánea. A veces dura menos de un segundo. Observas un objeto y, antes de darte cuenta, has dejado de observarlo, tu consciencia que estaba en el objeto ha vuelto a perderse en la miríada de pensamientos. La única forma de volver de nuevo a observar aquello que observas es recurrir a la capacidad más dura que tiene la consciencia: la fuerza de voluntad. Sólo la voluntad es capaz de devolver el control de lo que se está observando, sólo la tenacidad consigue que permanezcas concentrado en una cosa más que unos pocos instantes. Y es difícil, por supuesto, pero este par observación atenta y fuerza de voluntad son capaces de transformar lo que piensas. Y con ello transformar tu vida.

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