Aquel agno el cielo fue clemente con el pueblo y descargò sobre las tierras una lluvia continua y fina que hizo que el arroz creciera como hacìa décadas que no se veìa. Un vecino se acercaba a menudo al campesino y le comentaba:
- Qué suerte estamos teniendo este agno. Con estas lluvias seguro que tendremos una gran cosecha.
A lo que el campesino siempre respondìa:
- No lo sé.
Pero las lluvias se hicieron màs fuertes y salvajes, hasta que un dìa llegò un tornado que destrozò muchas cosas en el pueblo y arruinò la buena cosecha. Entonces el vecino se acercò a la casa del campesino y le dijo:
- Qué mala suerte que llegaran este tornado. Con la buena cosecha que ìbamos a tener este agno.
Y el campesino respondiò:
- No lo sé.
Entonces, el hijo del campesino, que vivìa en la ciudad y hacìa varios agnos que no visitaba a su padre, decidiò ir al pueblo a ayudarlo a reparar sus cosas.
- Qué suerte que tu hijo haya venido. -Dijo el vecino acercàndose al campesino- Hacìa mucho que no lo veìas, y ademàs podràs reparar tus cosas y ayudarte a recoger la cosecha que ha quedado.
A lo que el vecino respondiò:
- No lo sé.
A los pocos dìas, el hijo cayò enfermo por el frìo y el duro trabajo y tuvo que permanecer en cama. Entonces vino el vecino y le dijo:
- Qué mala suerte que tu hijo se ha puesto malo, precisamente ahora que llega el periodo de recoger el arroz".
El campesino respondiò:
- No sé.
Una semana después llegò al pueblo un general. La guerra habìa estallado, por lo que estaba buscando jòvenes para llevàrselos al frente. Cuando vio al campesino le ordenò que lo condujera hasta su hijo, pero, viéndolo en cama, decidiò no llevàrselo pues no servirìa para luchar, y ademàs podrìa contagiar a los demàs soldados.
De nuevo, el vecino se acercò al campesino y le dijo:
- Has tenido suerte. Tu hijo no irà a luchar en la guerra, se recuperarà y te podrà ayudar con la cosecha.
Pero el campesino, una vez màs, le respondiò:
- No lo sé.
Hace una semana que trabajo como una bestia. El otro dìa salì del trabajo a las 2 de la magnana. Antes de ayer salì a las 8 (pm), y ayer me quedé hasta casi media noche. Pero, en estos dìas de estrés y de fatiga,
(1) he aprendido a programar cosas que hasta hace una semana ni siquiera conocìa.
(2) volviendo tarde del trabajo de noche, pasaba por una calle en la que habìa un perfume a "cornetto" (croasàn) impresionante. Ayer me decidì a seguir ese olorcillo, y gracias a ello descubrì un horno donde hacen dulces toda la noche. Asì, esta magnana me desperté con dos cruasanes rellenos que han sido estupendos.
venerdì 30 novembre 2007
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1 commento:
ummm... Quiero un cornetto!
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