venerdì 28 novembre 2008

La fuerza de la comunicación

He descubierto una cosa increíble, y la he descubierto con la homeopatía.

El otro día leí que la potencia de la medicina homeopática es inversamente proporcional a su concentración en agua. Léelo despacio: in-ver-sa-men-te pro-por-cio-nal a su con-cen-tra-ción. ¿Aún no has pillado el truco? Pues mira: que mientras MENOS concentrada esté, la medicina es MÁS POTENTE.

¿Que te lo explique mejor? Observa:
En la medicina "normal", si tú te tomas una aspirina, pues tendrás un efecto. Si te tomas dos, pues tendrás el mismo efecto, pero más fuerte. Si te tomas tres, será aún mayor, o en todo caso más duradero. Por eso cuando estamos malos el médico nos dice "tómese esto cada 8 horas" o "no, en su caso 4 veces al día": porque mientras más te tomes, más te hace.

Pues la homeopatía es justo al revés. Que te tomas una pastillita disuelta en agua, pues te hace un efecto. Que te tomas LA MITAD de la pastillita en la MISMA cantidad de AGUA, pues te hace EL DOBLE de efecto. Que disuelves aún menos, más potencia.
Esto contradice todas las leyes de la lógica médica, qué caray, contradice el mismísimo sentido común. ¿A quién se le ocurre? Lo que dicen los homeópatas es que las medicinas que ellos proponen no curan las enfermedades: estimulan el ser humano, en la dirección adecuada, a que retome su equilibrio consigo mismo y con el universo y eso es lo que hace que se cure. Así, mientras MENOS concentración de medicina, MÁS profundamente llegará. Primero tendrá un efecto FÍSICO. Si la diluímos más, tendrá un efecto ENERGÉTICO. Si seguimos diluyendo, el efecto será MENTAL. Y si seguimos aún más, apenas media gota en un litro de agua, que ya casi no hay medicina, el efecto pasará directamente a la parte ESPIRITUAL. En fin, cosas de la homeopatía. Esto es lo que le echan en cara los médicos "normales": si ya no hay medicina, pues entonces ya no hay efecto.

El caso es que he descubierto que ocurre una cosa similar con la:

ComunicacióN

Sí. Fíjate. Una persona que te hable sin parar puede ser divertida, interesante, hilarante, incontestable, pero al final resulta que... ni te has enterado de lo que estaba diciendo ni te acuerdas de nada y encima terminas cansado y con dolor de cabeza. Una persona que te intente convencer de algo racionalmente, con ideas, con discursos, que te haga que pensar, estimulará tu racionalidad, pero probablemente te creará un bloqueo, un rechazo, el típico efecto de psicología inversa que hace que cuando intentan convencernos nos pongamos a la defensiva y pensemos que él o ella no tiene razón.
Si esa persona es capaz de resumir su discurso en pocas frases, claras y sutiles, quizá estimule tu razón, pero lo hará de forma tan suave que no provocará rechazo en ti sino que te dejará calmadamente pensativo, y además habrás entendido mejor lo que quería decir.
Si la persona te dedica sólo unas palabras lo más probable es que tu raciocinio no se vea afectado, pero, si las palabras son precisas, lo entenderás todo, sonreirás e incluso tu corazón dará un brinco.
Si las palabras se sustituyen por caricias, en sonrisas o en miradas lo que te tocará será el alma.

No hay nada como comunicar sin palabras, o con pocas, las precisas, las buscadas, llenas de magia y de poesía. Si son adecuadas, menos palabras, más energía.

martedì 25 novembre 2008

Además de reciclar, voy a dejar ISF.

Llevo... ni me acuerdo. ¿8 años? No no no creo que más. Quizá 10 años. Por ahí debe andar. Pues para celebrar mi décimo aniversario he decidido borrarme de ISF, aunque hace años que no colaboraba, mi participación en ella se limitaba a pagar la cuota... y poco más.

Hace tiempo que se me pasa por la cabeza dejarlo. Las razones son varias:

- Primero, me ahorro 50 euros al año, que puedo invertir en otras cosas como sanidad, educación , cultura o simplemente salir de juerga.

- Segundo, el quemazón de los últimos tiempos en que colaboraba, las formas que , entre todos, creamos en aquel periodo, me hicieron perder la ilusión.

- Tercero, creo que el camino de especialización en tecnología, que yo mismo incité y ayudé a consolidar, no es el adecuado para dar respuesta a los problemas que pretende abordar. Pienso -y esto lo he meditado muchísimo- que en el mundo no existe un problema tecnológico. En menor medida, el problema es económico, quizá político, pero por encima de todo y sobre todo el gran problema es: humano. Somos las personas, y no los sistemas o los instrumentos que usamos, los que hacemos el mundo como es, por lo que da igual que vivamos en un capitalismo, en un comunismo, que exista el libre mercado, las vacunas o los ordenadores: el mundo sólo cambiará cuando cambien las personas. Por lo que insistir en la tecnología no va a arreglar el sufrimiento de la gente. Puede aliviarlo, como una aspirina, que quita la fiebre y cura los síntomas, pero la raíz del dolor es otra y se encuentra en el cerebro, en el corazón y en el alma de cada ser humano.

- Por todo ello, cuarto, llevar tecnología a los que sufren crea quizá más problemas de los que resuelve: dependencia tecnológica de una tecnología que probablemente no se puedan permitir, generación de esperanza y confianza en el desarrollismo del "primer mundo" (¿acaso nuestro desarrollo nos ha traído la felicidad? vivimos más tiempo, más cómodos, más ricos, pero, ¿más felices? ¿más alegres? ¿tenemos paz en nuestra vida?).

- Quinto, no resueve, como decía, el problema de fondo. El sufrimiento no es un valor objetivo, no es una actividad del mundo físico, sino que es una actividad de la mente. Considero -y esto lo he meditado mucho, aunque quizá no tanto como lo anterior- que los que sufren necesitan otros recursos para salir del sufrimiento: confianza en ellos mismos, fé en su cultura (que en la mayoría de los casos les ha mantenido con vida y ha creado grandes obras durante milenios), educación en sus valores y sus particularidades, ejercicio -¡sí!- ejercicio físico, y, sobre todo, tranquilidad de mente y espíritu y alegría, que es el mejor modo de llevar sus propios proyectos a cabo. Tienen que ser ellos los que se inventen soluciones a sus problemas, los que las ejecuten y los que las gestiones. No podemos ser nosotros los que les indiquemos el camino a seguir, primero porque sus peculiaridades hacen que nuestras soluciones no sean lo mejor para ellos, y segundo porque, en realidad, nuestro mundo occidental y desarrollado lo único que ha conseguido es personas estresadas, depresiones, destrozo medioambiental, crispación y demás cosas que todos sabemos. Nosotros no tenemos un mundo maravilloso, sino más bien todo lo contrario, y si les llevamos nuestras soluciones, un efecto colateral es el que ellos crean aún más que tienen que parecerse a nosotros. Éste es el gran punto contra el que me rebelo.

- Por cierto que algo harán mal las ONGs cuando nunca jamás en la historia han habido tantos movimientos sociales, tantas manifestaciones, tantos "solidarios"... y tanto sufrimiento. La distancia entre el norte y el sur se agiganta al ritmo que se crean nuevas y más grandes ONGs. Digo yo que algo raro está pasando. Es como en Italia: más crece la contestación popular a Berlusconi, más votos gana su partido. Algo mal hacen en la oposición, ¿no?

- Con el clima de continua tensión, eficientismo y estrés excesivo que entre todos -yo incluido- creamos en ISF no se crea el ambiente de paz y alegría que creo sea lo mejor que un pueblo puede exportar a otro. Curioso dato es el que la mayoría de mis coetaneos hayamos salido espantados y ni queramos oír hablar de volver a colaborar.

- Siempre he tenido el "feeling" de que una gran cosa que hacía ISF era cambiar a las personas que participaban en ella. Nos abría nuevos mundo, nos enseñaba otros lugares, nos comunicaba con otra gente y, sobre todo, nos ayudaba a entender que la solidaridad es una de las grandes fuerzas que puede mover la tierra. Por ello intenté (conseguiéndolo sólo parcialmente) atraer a nuevos socios y colaboradores. De verdad, creo que ésta es la mejor labor que una ONG puede realizar. Siempre me sorprendió la capacidad de ISF para cambiar a la gente: uno montó una empresa social, otro quiso ser comerciante solidario, otra se fue a Sudamérica. Sin embargo, lo que veo es que los criterios de ser eficientes y primar los proyectos a los nuevos socios ha llevado a ISF a tener más asalariados, más proyectos, más asignaturas pero menos nuevos colaboradores. Curioso dato, de nuevo, es el que la mayoría de mis coetaneos hayamos salido espantados y ni queramos oír hablar de volver a colaborar.

Por todo esto me borro.

Espero que nadie me haya malinterpretado. Por eso, quisiera aclararme: la tecnología, la lucha política, el cambio de modelo económico, el desarrollo de la medicina, pueden ayudar a construir un mundo mejor. Pero no son la razón del cambio, no son la mejora substancial, no son la medicina: la medicina es el cambiar el corazón de las personas. Sin que éste sea el centro de la ONG, la ONG no podrá cambiar nada. Es más, estará probablemente contribuyendo a afianzar el modelo capitalista desarrollista occidental que tanto daño nos hace a todos.

Me da pena. Espero, de verdad, volver algún día, cuando ISF sea más acorde con lo que creo. O, sobre todo, cuando yo sea capaz de entrar en ISF para desarrollar lo que creo sin tensionar más la cosa.
Y sobre todo, espero que todo lo que he dicho aquí esté equivocad

martedì 18 novembre 2008

Reciclaggio

Creo que voy a dejar de recilar.

Si lo pienso un poco, ¡es absurdo! Tener que separar la basura, poner el plástico aquí, el papel allí, limpiar las latas y dejarlas en remojo para poder seleccionar el papel y echarlo aparte. Buscar en mi barrio el contenedor de cristal. Acumular botellas, quitarles el tapón, que nunca es de vídrio, separar con esfuerzo la etiqueta, meterlas todas en una bolsa, coger el coche -son tantas las que tengo que no puedo ir a pie-, arrancarlo, gastar gasolina, aparcarlo, tirar las botellas, una a una, hacer ruido despertando a los vecinos. Volver a casa para recoger los periódicos -son tantos que no me caben en la bolsa- y buscar el contenedor de papel, que obviamente no está al lado del de botellas. Coger la, qué digo "la", "las" basuras y llevarlas en dos bolsas, ir siempre a la esquina en que hay dos contenedores, uno de envases y otro de lo demás, la basura, la que sí que termina en la vieja montaña, cuando lo que podría es estar alimentando los arreates de las casas o el árbol que aún no sé ni cómo crece del poco espacio que tiene. O pudriéndose en una caja de compostaje para luego servir de abono bio y eco y muy lógico en mi huerto de nuevo bio y eco y lógico, que es lo mejor que podría pasarle. Porque si lo pienso, la gasolina, el transporte, el gasto humano, energético, tecnológico, de I+D, de anuncios en "mass media", los detergentes que usan para blanquear el papel -quién sabe a dónde va-, la energía en trocear el cristal y después fundirlo y después enfriarlo y volverle a darle forma, con lo bien que lo hacíamos antes teniendo que devolver "el casco" de la cerveza para que te dieran otra, separar el plástico del metal, blanquearlo todo y volver a darle forma, de nuevo transporte, gasolina, ruido, tecnología.

En fin, que no me convence. Que voy a dejarlo. No tengo ganas de reciclar. Creo que voy a dejar de comprar cosas envasadas. Así no tengo que reciclar. O, si no puedo, al menos a reducir la cantidad de envases que compro. En vez de manzanas ya envasadas en el carrefur, que el frutero me las meta en el viejo canuto de papel cartón. Aunque esto también es envase... qué difícil es esto, por favor.