Miras en un mapa y dices "vale, no está tan lejos, cojo un avión en Sevilla, llego a londres tras 2 horas, luego un par de metros, llego a la estación de King Cross, allí espero a Elena y un tren nos lleva hasta Durham". Hay tiempo más que de sobra.
Vale. Vas al aeropuerto. La cola es larga pero va rápido. Dejas las maletas, te dan los billetes, pasas el control de seguridad, todo tranquilo. Te sientas, te comes los bocadillos, vagueas por un par de tiendas, vas a la puerta de embarque. Te sientas. Pasa media hora, bueno, hay cierto retraso. Pasa otra media. "Vaya, nada se mueve". Miras el panel de al lado y dice eso, que hay retraso. "Bueno, no pasa nada, total, estoy acostumbrado". Media hora más y te aburres de escribir en el ordenador y de mirar a la gente las caras. Empiezas a impacientarte, aún más cuando ves que la gente se comienza a poner nerviosa, se levanta, habla en voz alta, algunos intentan salir. Se empiezan a escuchar rumores, vienen unos policías, "retraso de al menos 3 horas". "Al menos" te van y dicen. Tensión.
Haces un cálculo rápido. "Si salimos en tres horas, llegamos a londres en 5, luego el metro, esto, lo otro. ¡Horror! Pierdo el tren".
Sales de la zona de embarque. Te acercas a la ventanilla. Hay algunos como tú que piden más información. Mientras esperas la cola repasas los cálculos rápidos, nada, es que no hay forma, el tren lo pierdes seguro, las matemáticas no fallan. Preguntas, reclamas, "sí, le podemos cambiar el billete o devolverle el importe". "Gracias, ahora lo pienso", menos mal que son amables. Intentas llamar a Elena, 2 euros que pierdes en la cabina. La llamas directamente desde el móvil, una, dos, tres veces, a la cuarta por fin contesta. "¿Qué es lo que pasa?". "Esto y lo otro". Ea, nerviosidad. A ver qué es lo que se hace.
Llamas a uno, llamas a otro, nadie te puede ayudar. Necesitas alguien rápido, que tenga internet ahora, que sea hábil buscando, y nadie está disponible. "¿Qué hago? ¿Sevilla-Liverpool-Durham? ¿Sevilla-Edimbourg-Durham? ¿Ryanair, Air Europa, Vueling? ¿Salgo hoy, salgo mañana?" Ysa responde, pero es de poca ayuda, no por ella sino porque no hay mucho en que me pueda ayudar. Al final tomas una decisión, sales mañana, Elena cambiará el tren. Vuelta a casa.
Día siguiente, se repite la misma coreografía. Aeropuerto, cola, maletas, control de seguridad, bocadillos, paseo por tiendas, zona de embarque, espera. Pasa media hora y nada. Por fin llega pero, vaya, otra vez tenemos retraso, aunque esta vez, mucho menos. Entramos en el avión y ¡anda! ¡Qué dos sorpresas! Una, Silvia de azafata, otra, Manolo Jiménez. Nervioso, tenso, con dos tíos enchaquetados y una rubia de bote al lado. Seguro que se cuece algo. Zarpas, vuelas, duermes, te despiertas, te invita Silvia a unos snacks, a un agua con limón y gas y a que pases a un mejor asiento. Vuelas, vuelas, aterrizas, adiós mua mua "que te lo pases muy bien ya nos contarás". Llegas al metro, preguntas, "máximo una hora y media", vale, Elena, voy a recogerte al albergue así te ayudo con las maletas, total, hay tiempo de sobra, recuerda, "máximo una hora y media" para llegar a destino, y para el tren faltan aún casi 3 horas.
Subes al metro, va lento. Es sádado noche y hay gente. Sales del metro y vas lento, porque las maletas pesan. Te haces un pequeño lío del que sales en seguida, llegas al otro metro. Va lento, esto se está retrasando, menos mal que hay tiempo de sobra. Oyes algo de que hay obras, bueno da igual, hay tiempo. Llegas al último metro y lees "25 minutos" y tú que creías que estabas a punto de llegar. "Bueno, vamos a ver, estamos ya un poco justos pero aún estamos a tiempo. Don't panic at all!". Sigue lento, mucho más de lo que debería. En una parada en vez de los 2 minutos de rigor estás 10. Elena manda un mensaje "¿dónde estás? Se hace tarde". "Me faltan sólo 2 paradas" respondes "deberían ser sólo 5 minutos". "Si salimos", piensas, aunque te lo callas. Llego a destino y busco a Elena. "El taxi no llega" te dice nerviosa "debería haber llegado hace 15 minutos". Miras el reloj, faltan 45 minutos. Menos mal que la estación está cerca.
Llega el taxi y os subís, el chófer es un africano negro. Va muy lento porque hay tráfico "es que es sábado noche". "Ya lo sé" piensas "pero ¿no decían que era muy cerca?". Coches, calles, más coches. Coches y calles y coches, semáforos que pasan al rojo, coches, calles y más coches. Quedan como 15 minutos. "¿Queda mucho?" pregunta Elena "no me pongáis nervioso, estoy haciendo lo que puedo" responde el taxista.
Llegamos a la estación, salimos corriendo. Quedan apenas minutos. "¿Dónde es el andén?" "yo qué sé". Preguntas, nadie lo sabe. "Perdón, ¿el andén para Durham?". "Y yo qué sé" dice la gente. ¿Cómo que nadie lo sabe? "¿Pero dónde nos hemos metido?" Buscáis, corréis, preguntáis. Nada, es imposible. Queda menos de un minuto, rezas para que tenga retraso. Miras en las pantallas y nada, aquí no pone nada de Durham. Buscas, corres preguntas, nada. Ya ha pasado la hora. "¿Dónde está el maldito andén?" Preguntas en información, pero, claro, no saben nada. "¿Me deja ver los billetes?", "claro, aquí los tiene", "pero este tren sale de King Cross", "¿y me dice dónde estamos?", "esto es St Panceas Station", "¿y me dice dónde es King Cross?", "justo en la acera de enfrente". Ea, ya la habéis liado.
Estación de King Cross (esta vez sí). Os cambian los billetes, salís mañana temprano. Vale, qué se hace ahora. Posiblilidades: buscar un albergue barato, buscar un hotel que esté cerca, buscar un hotel más caro... o dormir en la estación. "Buscar un albergue barato".
Llamas, preguntas, nada, todos ocupados. Segunda opción, hotel en la zona. Nada, todos ocupados. Tercera opción, un hotel un poco más caro. Mira, hay uno que no está mal, 116 libras, y está sobre una línea de metro, al lado de Waterloo. "Venga, vamos".
El metro es el mismo, sí, pero hay que cambiar de rama, o sea, cambiar de tren. O sea, entrar en uno, viajar un trozo, salir, caminar un rato, subir escaleras, bajar escaleras, volver a subir y a bajar, seguir caminando, encontrar la vía y esperar. Todo esto con 6 maletas y dos personas cansadas. Por fin llegamos al destino. Llueve como hacía meses que no veías llover. Buscas la calle del hotel, está cerca, sí, pero para bajar a la calle hay unas escaleras como de dos pisos de alto y la lluvia parece infinita. Con 6 maletas. "Mira, hay otro camino sin escaleras, aunque es un poco más largo, venga, vamos, lo cogemos". Venga, tiráis de las 6 maletas, os equivocáis dos veces, por fin llegáis, más escaleras. Entráis en el hotel exhaustos, pero al menos esta noche podéis dormir a cubierto.
Día siguiente, 5 horas de sueño. Esta vez decidís coger un taxi y hacerlo con muuuuucha antelación. Vale, todo perfecto, llegáis a la estación sin problemas. Sí, es King Cross, St Pancras es la de al lado. Buscáis el tren, os sentáis, desayunáis algo. Pero, no, otro problema. "Retraso" dice un cartel "esperen en la cola B". Ea, de pie otro rato. Más personas que en la guerra, todas en la misma cola. Media hora, una hora. La cola por fin se mueve. "Siéntense en donde quieran, el tren no tiene puestos reservados, disculpen las molestias, el tren que tenía que ser ha tenido unos problemas". Venga, por fin sentados, pero qué pasa, ¿no sale? Media hora, otra media. Una hora más esperando. "Discúlpenos las molestas pero hay que cambiar de tren". Os miráis, pero ¿es posible? ¿No era éste el país de la puntualidad, de la perfección, del todo en hora y a punto, en el que nunca hay problemas... Otra vez arrastrar 6 maletas, bajar del tren, andar, subir, ponerlas en un sitio para que no se muevan, sentarte...
Bueno, ésta es la historia. De cómo un supuesto viaje que iba a durar pocas horas se convirtió en una odisea que duró casi 3 días. Al final, sí, llegamos a Durham, cansados, hambrientos, molidos, mojados hasta las trancas y realmente destrozados. Hasta los no quiero decir dónde de Inglaterra, los ingleses y su famosa (in)puntualidad. Hasta el gorro de aviones, trenes, metros, lluvia, hoteles, escaleras... y sobre todo maletas. Pero aquí estamos, sanos, salvos y coleando.
Ea, buenas noches, hasta la próxima. Que será más descansada.