venerdì 11 aprile 2008

Africa

Los que hemos hecho cooperaciòn alguna vez tenemos un serio problema: vemos sòlo la parte negativa. No vemos nunca la parte positiva. Por eso el mundo va como va: por eso en Africa quieren vivir como en Europa, porque nosotros los cooperantes les hemos dicho 1000 millones de veces que tienen que vivir de otra manera, que se puede vivir de otra manera y que esa manera es nuestra manera. No vemos lo que hay de bueno en ellos, sòlo vemos lo que hay de malo. Incluso cuando vemos lo bueno lo vemos con una perspectiva negativa: qué bueno es este café, qué gran cultura que tienen, qué maravilla de paisajes, pero qué pena que todo vaya a desaparecer si no hacemos algo. La negatividad està siempre ahì presente.

No les dejamos actuar. No les dejamos ser como ellos sean sin estorbarles, sin criticarles, sin juzgarles. Muchas veces les criticamos de forma tan sutil en nuestra mente que ni siquiera nos damos nosotros cuenta de que los estamos criticando. Es como si tuviéramos siempre unas gafas de color oscuro que nos hace ver las cosas un poco màs negras, cuando en realidad podrìan ser luminosas.

La cooperaciòn al desarrollo no podrà jamàs cambiar el mundo para mejor porque està impregnado de negatividad. Cuàntas peleas, malos humos, egos enormes y opiniones contradictorias hacen falta para hacer un proyecto. Cuàntas horas de esfuerzo, de estrés, de cuentas que no cuadran y de voluntarios que se queman son necesarios. Cuàntas discusiones hay dentro de una ONG, cuànta negatividad. Y cuànta poca alegrìa, cuànto poco relax, cuàntas pocas sonrisas profundas, auténticas, luminosas hasta lo màs profundo.

Sòlo la luz, la belleza, el reconocer, alentar y aplaudir todo lo bueno que hay en la tierra podrà cambiar el mundo. Les llevaremos agua, higiene, casas, educaciòn, comida y tecnologìa, pero esas cosas no mejoraràn el mundo. El mundo serà mejor cuando llevemos alegrìa, emociòn, amor, paz y poesìa, y nunca podremos llevarlo si primero no lo tenemos nosotros en nuestra mente, en nuestro cuerpo y en nuestro corazòn.

Quizà ahora entiendo las palabras de mi "profesor" de zen: "?quieres cambiar el mundo? Pues siéntate y relàjate. Limpia tu mente y tu cuerpo. Sé feliz tù el primero y comparte esta alegrìa con todos los demàs. Este es el ùnico modo. Todo lo demàs es inùtil".

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