Los 7 nuevos pecados capitales (segùn la entrevista de Jesùs Quintero al Cardenal Amigo Vallejo):
- No realizaràs manipulaciones genéticas.
- No llevaràs a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones.
- No contaminaràs el medio ambiente.
- No provocaràs injusticia social.
- No causaràs pobreza.
- No te enriqueceràs hasta lìmites obscenos a costa del bien comùn.
- No consumiràs drogas.
venerdì 18 aprile 2008
martedì 15 aprile 2008
AHORA MISMO
Ya està bien de hacer polìtica de salòn, como la llama Tomàs. Hablar es muy fàcil. Criticar es uno de esos placeres inconfesables. Un placer de la mente, que muchas veces es tan placentero que no te das cuenta de que estàs criticando. Tu mente va por libre.
La crìtica es fantàstica porque te ayuda a entender dònde las cosas pueden mejorar, pero la crìtica excesiva te corroe por dentro, te cansa, te agota, te saca de quicio. Y te hace ver sòlo la parte fea del mundo y de los demàs, no la parte bonita. Y la crìtica es sòlo la primera parte de la cosa. La segunda parte es proponer soluciones. Y ésta es la parte màs difìcil, la que nos gusta menos. La que siempre dejamos a los demàs, a los polìticos, a los jefes, a los compañeros, "la culpa no es mìa", a la sociedad.
Cuando iba al centro zen nos decìa el monje zen: "la primera lecciòn que hay que aprender en un monasterio zen es a ser responsable. A veces, mi maestro nos decìa <<>> o <> o <> y obviamente nos quedàbamos todos parados sin decir nada por miedo a que nos regañara. Sin embargo, lo que él querìa es que nos levantàramos y dijéramos <>. Este es el espìritu zen".
La culpa siempre es mìa. Por acciòn, por omisiòn, porque soy vago, porque no tengo ganas, porque no he sabido actuar a tiempo, porque miré para otro lado, porque ahora que lo estoy viendo no hago nada "porque la culpa no es mìa".
Ya està bien de "negatividad". Las cosas se pueden hacer de dos formas: construyendo o destruyendo, sonriendo o enfadàndose. A veces hay que enfadarse, pero siempre construyendo. A veces hay que hacer una guerra, pero sòlo si puede servir para construir algo.
Quiero actuar conforme a una serie de principios que no me canso de pensar y de decir pero que no siempre pongo en pràctica. Quiero construir, quiero sonreìr y quiero que cada cosa que diga, que piense y que haga sirva para algo positivo. Si me cabreo quiero que sea porque es necesario y no porque me produce placer. Si critico, quiero que sea porque es lo que la situaciòn requiere para mejorarla, y no porque es màs fàcil o màs còmodo que buscar una soluciòn. Quiero buscar soluciones y no problemas. Quiero cambiar el mundo a través del trabajo y no sentado en el sofà. Y quiero hacerlo... AHORA MISMO.
La crìtica es fantàstica porque te ayuda a entender dònde las cosas pueden mejorar, pero la crìtica excesiva te corroe por dentro, te cansa, te agota, te saca de quicio. Y te hace ver sòlo la parte fea del mundo y de los demàs, no la parte bonita. Y la crìtica es sòlo la primera parte de la cosa. La segunda parte es proponer soluciones. Y ésta es la parte màs difìcil, la que nos gusta menos. La que siempre dejamos a los demàs, a los polìticos, a los jefes, a los compañeros, "la culpa no es mìa", a la sociedad.
Cuando iba al centro zen nos decìa el monje zen: "la primera lecciòn que hay que aprender en un monasterio zen es a ser responsable. A veces, mi maestro nos decìa <<>> o <> o <> y obviamente nos quedàbamos todos parados sin decir nada por miedo a que nos regañara. Sin embargo, lo que él querìa es que nos levantàramos y dijéramos <>. Este es el espìritu zen".
La culpa siempre es mìa. Por acciòn, por omisiòn, porque soy vago, porque no tengo ganas, porque no he sabido actuar a tiempo, porque miré para otro lado, porque ahora que lo estoy viendo no hago nada "porque la culpa no es mìa".
Ya està bien de "negatividad". Las cosas se pueden hacer de dos formas: construyendo o destruyendo, sonriendo o enfadàndose. A veces hay que enfadarse, pero siempre construyendo. A veces hay que hacer una guerra, pero sòlo si puede servir para construir algo.
Quiero actuar conforme a una serie de principios que no me canso de pensar y de decir pero que no siempre pongo en pràctica. Quiero construir, quiero sonreìr y quiero que cada cosa que diga, que piense y que haga sirva para algo positivo. Si me cabreo quiero que sea porque es necesario y no porque me produce placer. Si critico, quiero que sea porque es lo que la situaciòn requiere para mejorarla, y no porque es màs fàcil o màs còmodo que buscar una soluciòn. Quiero buscar soluciones y no problemas. Quiero cambiar el mundo a través del trabajo y no sentado en el sofà. Y quiero hacerlo... AHORA MISMO.
venerdì 11 aprile 2008
Africa
Los que hemos hecho cooperaciòn alguna vez tenemos un serio problema: vemos sòlo la parte negativa. No vemos nunca la parte positiva. Por eso el mundo va como va: por eso en Africa quieren vivir como en Europa, porque nosotros los cooperantes les hemos dicho 1000 millones de veces que tienen que vivir de otra manera, que se puede vivir de otra manera y que esa manera es nuestra manera. No vemos lo que hay de bueno en ellos, sòlo vemos lo que hay de malo. Incluso cuando vemos lo bueno lo vemos con una perspectiva negativa: qué bueno es este café, qué gran cultura que tienen, qué maravilla de paisajes, pero qué pena que todo vaya a desaparecer si no hacemos algo. La negatividad està siempre ahì presente.
No les dejamos actuar. No les dejamos ser como ellos sean sin estorbarles, sin criticarles, sin juzgarles. Muchas veces les criticamos de forma tan sutil en nuestra mente que ni siquiera nos damos nosotros cuenta de que los estamos criticando. Es como si tuviéramos siempre unas gafas de color oscuro que nos hace ver las cosas un poco màs negras, cuando en realidad podrìan ser luminosas.
La cooperaciòn al desarrollo no podrà jamàs cambiar el mundo para mejor porque està impregnado de negatividad. Cuàntas peleas, malos humos, egos enormes y opiniones contradictorias hacen falta para hacer un proyecto. Cuàntas horas de esfuerzo, de estrés, de cuentas que no cuadran y de voluntarios que se queman son necesarios. Cuàntas discusiones hay dentro de una ONG, cuànta negatividad. Y cuànta poca alegrìa, cuànto poco relax, cuàntas pocas sonrisas profundas, auténticas, luminosas hasta lo màs profundo.
Sòlo la luz, la belleza, el reconocer, alentar y aplaudir todo lo bueno que hay en la tierra podrà cambiar el mundo. Les llevaremos agua, higiene, casas, educaciòn, comida y tecnologìa, pero esas cosas no mejoraràn el mundo. El mundo serà mejor cuando llevemos alegrìa, emociòn, amor, paz y poesìa, y nunca podremos llevarlo si primero no lo tenemos nosotros en nuestra mente, en nuestro cuerpo y en nuestro corazòn.
Quizà ahora entiendo las palabras de mi "profesor" de zen: "?quieres cambiar el mundo? Pues siéntate y relàjate. Limpia tu mente y tu cuerpo. Sé feliz tù el primero y comparte esta alegrìa con todos los demàs. Este es el ùnico modo. Todo lo demàs es inùtil".
No les dejamos actuar. No les dejamos ser como ellos sean sin estorbarles, sin criticarles, sin juzgarles. Muchas veces les criticamos de forma tan sutil en nuestra mente que ni siquiera nos damos nosotros cuenta de que los estamos criticando. Es como si tuviéramos siempre unas gafas de color oscuro que nos hace ver las cosas un poco màs negras, cuando en realidad podrìan ser luminosas.
La cooperaciòn al desarrollo no podrà jamàs cambiar el mundo para mejor porque està impregnado de negatividad. Cuàntas peleas, malos humos, egos enormes y opiniones contradictorias hacen falta para hacer un proyecto. Cuàntas horas de esfuerzo, de estrés, de cuentas que no cuadran y de voluntarios que se queman son necesarios. Cuàntas discusiones hay dentro de una ONG, cuànta negatividad. Y cuànta poca alegrìa, cuànto poco relax, cuàntas pocas sonrisas profundas, auténticas, luminosas hasta lo màs profundo.
Sòlo la luz, la belleza, el reconocer, alentar y aplaudir todo lo bueno que hay en la tierra podrà cambiar el mundo. Les llevaremos agua, higiene, casas, educaciòn, comida y tecnologìa, pero esas cosas no mejoraràn el mundo. El mundo serà mejor cuando llevemos alegrìa, emociòn, amor, paz y poesìa, y nunca podremos llevarlo si primero no lo tenemos nosotros en nuestra mente, en nuestro cuerpo y en nuestro corazòn.
Quizà ahora entiendo las palabras de mi "profesor" de zen: "?quieres cambiar el mundo? Pues siéntate y relàjate. Limpia tu mente y tu cuerpo. Sé feliz tù el primero y comparte esta alegrìa con todos los demàs. Este es el ùnico modo. Todo lo demàs es inùtil".
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