Esta mañana entré en el parque, como todas las mañanas. Hace tiempo que descubrì que en el camino al trabajo estaba este parque. Està justo entre la carretera y mi trabajo. Al principio lo veìa pasar. Luego descubrì que podìa entrar, y màs tarde que incluso podìa salir. Al final me di cuenta que habìa una puerta a un lado y otra al otro. De esta forma, comencé a cruzarlo, y no sòlo acortaba camino sino que ademàs es un parque. Al ser un parque, es màs bonito que ir por la carretera, con los coches y los humos y los malos humos de la mañana, asì que ahora todas las mañanas cruzo el parque.
En el parque hay una casa. Y en la casa hay unos gatos. En concreto, hay dos gatos que son chicos. Esta mañana estaban sentados en el camino que uso yo para cruzar el parque, asì que me paré, a ver lo que hacìan. Primero se alejaron, pero sin dejar de mirarme. Luego se pararon, y siguieron miràndome. Yo me bajé de la bici, los llamé diciendo "ps ps ps", que es como suelo llamar a los gatos, y empezò ese juego "que vengo, que no vengo" tìpico de los gatos que quieren acercarse pero les da corte. Uno, el màs grande, de los chicos, empezò a moverse. Primero fue en una direcciòn, y luego cambiò para acercarse a mi bici. Llegò a la rueda, la olisqueò, me mirò y lo volvì a llamar. Volviò a olisquear a la rueda y le volvì a llamar. Al final, se me acercò, me oliò la mano y lo acaricié.
Escribo esto porque he leìdo una noticia, y en concreto un pàrrafo, que me ha dado que pensar. Se trata de la visita que su majestad el reyezuelo de España ha hecho a Suàrez, el ex-presidente y transitador hacia la democracia que sufre alzeimer. En la susodicha se lee:
"Aunque es prácticamente imposible establecer una comunicación real con Suárez, el político sí comprende algunas palabras, como «te quiero», y se muestra receptivo y sensible a las emociones. En un momento de la visita, que se prolongó alrededor de una hora, Doña Sofía llamó «guapo» a Suárez, palabra que fue recibida con mucha alegría -«pegó un brinco»- por el ex presidente del Gobierno, quien siempre ha tenido fama de presumido".
Lo malo de aprender a hablar es que nos creemos que la comunicaciòn significa hablar con palabras. Es como tener un cerebro muy grande y creer que pensar sòlo se puede hacer con razonamientos. Desde aquì mi màs sincero recuerdo a esa admirable pareja que, como el gordo y el flaco, como martes y trece, como ambos dos morancos o como el dùo sacapuntas, supieron llevar la sonrisa a tantos y tantos españoles, pero decir que entre dos personas, o incluso entre dos seres vivos, sean personas, animales, vegetales o incluso mujeres, no se puede "establecer una comunicaciòn real" si ésta no se hace a través de las palabras y con un discurso coherente y razonado, pues como que no. Yo hoy me comuniqué con un gato, y fue una comunicaciàn preciosa. Fue real, fue clara, fue nìtida como el vìdrio recién pasado por cristasol, ambos dos nos entendimos y nos dijimos cosas el uno al otro. Pero para comunicar no hacen falta palabras. "Ven aquì", le dije yo "es que me da corte" me respondiò él "bueno me acerco" siguiò diciendo "anda no seas tonto "le respondì "vale, te huelo la rueda"... ?de verdad hace falta decirlo asì, o se puede decir sin palabras?
venerdì 18 luglio 2008
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